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La huella de los líderes: Adiós a “papá semillas”

Como parte de la iniciativa “La huella de los líderes” de Defendamos la Paz, CINEP/PPP comparte esta reseña en homenaje a Jorge Enrique Oramas, ambientalista asesinado en Cali en mayo pasado. Decimos #NoMás al exterminio de la vida. Y alzamos nuestras voces contra el olvido y la falta de garantías y protección a nuestros líderes sociales.

Michel Forst, Relator de Naciones Unidas sobre la situación de defensores de DD.HH., sostuvo en febrero de este año que Colombia es uno de los países más peligrosos del mundo para la defensa de los derechos humanos. De igual manera, el Programa no gubernamental de protección a defensores a Derechos humanos, Somos Defensores, reportó para el primer trimestre del año 2020 un aumento de 88% en las agresiones a las y los defensores y líderes sociales En relación con el mismo período del 2019, señalando en su más reciente boletín:

“No es una casualidad, por el contrario, genera alerta después de la alta cifra de amenazas que se registró el año anterior, lo que podría indicar que estas se están concretando a través del asesinato”.

De éstos, son 47 casos de asesinatos en el primer trimestre, superando por 22 casos en el mismo periodo del año anterior donde hubo 25 casos, incluso al 2018 con 41 casos. Así mismo, Somos Defensores señala que de éstos son 5 mujeres y 41 hombres. 

Sin embargo, las cifras solas no muestran la tragedia humana que hay detrás de cada caso. Por eso un grupo de columnistas, hemos querido recuperar los rostros y las vidas de algunos líderes asesinados, y contar la historia de ellos.

Jorge Enrique Oramas Vásquez tenía 70 años. Era un pedagogo, defensor de la vida, caminante de la palabra y sociólogo. Así sera recordado por vecinos, amigos y compañeros. Desde la práctica de la soberanía, autonomía y seguridad alimentaria, Jorge Enrique gestó en su círculo mas cercano, en su finca ubicada en la vereda La Candelaria, corregimiento de Villacarmelo, treinta minutos de Cali, el proyecto que denominó “Biocanto, un canto a la vida y la naturaleza”. El proyecto se dedicaba al cuidado del agua y de la tierra, al cultivo y comercialización de semillas nativas como la quinua y el amaranto, al igual que otros productos totalmente libres de agro-tóxicos. Como dijo una amiga cercana a Jorge:

“Su discurso crítico frente al consumismo propio del actual modelo neoliberal, instaba a quienes compartían con él a cambiar de hábitos alimenticios y a conectarse a la naturaleza para poder rescatar la vida (humana y no-humana), ya de por sí sumida en una grave crisis civilizatoria”.

Su voz cargada de crítica, interpelaba a las élites y al paradigma del crecimiento y ampliación de la riqueza material que degrada la vida, y a la vez promovía la consciencia de alimentos sin agrotóxicos y el rescate de las semillas nativas.

Asumió la defensa de uno de los  lugares de vida cercano a Cali, el Parque Nacional Natural Farallones que, con inmensa biodiversidad y abundante agua, está en la mira de los planes del mal llamado modelo de desarrollo y progreso devastador, que pretende convertir los lugares de vida y recursos naturales en sitios de recreación y turismo. Jorge Enrique Oramas Vásquez se había opuesto a las prácticas de explotación y extractivismo minero legal e ilegal que se realizan allí. Fue asesinado en la noche del pasado sábado 16 de mayo en su finca, a donde llegaron desconocidos y de un tiro de fusil en el abdomen le acabaron la vida convirtiéndose, según Indepaz, en el líder número cien asesinado durante el 2020. Sin saberse nada sobre los perpetradores del crimen, el guardián de los farallones de Cali fue despedido con dolor. Sobre su féretro el sombrero que recuerda las luchas campesinas simbolizó el sueño de los líderes sociales que están siendo enterrados por centenares cada año desde la firma del Acuerdo de Paz: la tierra, el alimento, la vida, la paz.

Por: Cristian Llanos. Investigador del Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Política del CINEP/PPP