Grupos armados y construcción del orden social en la esquina sur del Tolima es un libro que gira en torno a las dinámicas de construcción y configuración territorial y social de la esquina sur del Tolima, dada tanto por actores armados, como por agentes estatales. La esquina sur, conformada por los municipios de Chaparral, Planadas, Ataco y Rioblanco se le asocia el nacimiento de las FARC en ese territorio. Por esta razón, históricamente se le vinculó como un ‘pequeño Caguán’ y como un escenario de constante guerra y violencia naturalizada por sus habitantes.
Andrés Aponte, autor del libro, describe como fue el proceso de construcción histórica de este territorio, para entender esas dinámicas y de qué manera a lo largo del libro desmiente algunos imaginarios a partir del relato de sus habitantes. Esto con ayuda de una metodología cualitativa y cuantitativa.
En esta entrevista, Aponte relata las metodologías usadas para ahondar en la investigación de la esquina sur del Tolima y su historia de orden social y político. Cuenta los enfoques y estrategias utilizadas para la recopilación de las voces que aparecen en el texto y finalmente la forma en como los imaginarios de esta comunidad se van desmintiendo, para reivindicar la lucha y persistencia de sus habitantes frente al conflicto armado que vivieron.
¿Cuál es la génesis de este libro?
Andrés Aponte: Este libro surge en el marco del proyecto de Educapaz, ahí se me encomendó hacer un trabajo investigativo en relación a como se había configurado el Estado en esta zona y cuál había sido su relación con el ámbito educativo. Resulta que cuando empecé a indagar y a buscar literatura existente sobre los temas en específico me encontré con que había un vacío impresionante sobre esta parte del país, que, si bien había sido muy estudiada la primera mitad del siglo XX también había una ausencia de literatura en todo sentido. Entonces, me propuse reconstruir una pequeña historia regional de la zona para así saber qué tipo de presencia del Estado había, cómo se había desarrollado en relación con el conflicto armado y con la educación.
¿Cómo es ese primer acercamiento con la comunidad?
A.A.: En el trabajo de campo nunca hay una guía ni unos parámetros específicos a seguir, siempre va surgiendo todo como al día a día, los ires y venires que trae un trabajo, de cierta manera, sin ruta. Mucho más guiado por el voz a voz, es decir, “¿a usted le interesa tal tema? vaya hable con fulanito que vive en tal zona y tiene experiencia sobre esto” y así me fui desplazando por las distintas localidades de la esquina sur. También, aproveché mucho los espacios de educación que se hicieron por parte de la Javeriana y del Cinep/PPP, en el cual contaron con asistencia de profesores y personas ligadas a los gremios productivos, ellos también fueron una fuente importante de información.
¿Ahí mismo se desarrollaron los talleres de cartografía descritos en el libro?
A.A.: Sí, ahí fue donde se desarrollaron, fue una idea que surgió inspirado en una autora estadounidense que trabaja eso para el caso salvadoreño y pensé que no se había hecho eso en el caso colombiano de ver cómo las personas propias de la comunidad percibían y representaban, no solamente, la manera en cómo se relacionaban con el actor armado, sino también la misma lógica de la violencia.
En cuanto a la cartografía social ¿Cómo evitó el sesgo de esa información?
A.A.: Muchas veces la corregí con información que ya tenía de otras entrevistas, con la lectura de algunas fuentes secundarias que, de cierta manera, refrendaban o falseaban lo que habían dicho. Muchas veces me corregían en fechas, lugares, etcétera. También, dependiendo de los momentos, porque no hay datos estadísticos para los años sesenta, setenta y ochenta, entonces esto me toco hacerlo muchas veces con prensa o con otras entrevistas. Para el presente si se pudo hacer con datos estadísticos, lo que permitió que muchos de los relatos y experiencias vivenciales particulares se pudieran elevar o falsear a la luz de esa información cuantitativa.
¿En qué momento usted encuentra el enfoque del libro?
A.A.: Hace más o menos un año, es decir, después de dos años de investigación, logro decantar todo el material que había encontrado y dilucidar el enfoque. Estuvo más abocado por una historia muy rica, en el sentido de que se empezaron a cuestionar, con los hallazgos que tuve, tres imaginarios relacionados con la esquina sur. El primero, era que siempre se había creído que esta era una zona de dominio completo de las FARC, de un dominio incontestado y prolongado desde su nacimiento hasta el presente; el segundo, fue que esta era una zona donde, precisamente, por esa presencia de las FARC, estaba relacionado como a un espacio de constante despliegue de la violencia, de alguna manera que las personas estaban acostumbradas a vivir al rugir de las balas y, el último, que consideraba que el sur del Tolima era como una extensión del Caguán en pleno corazón del país.
Con estos hallazgos pude interpelar esos lugares comunes para mostrar que las cosas eran mucho más complejas de lo que se tendía a asociar con esas tres representaciones que tiene el país integrado sobre esta zona.
¿De qué manera organizó las entrevistas individuales para que en el libro hubiera a partir de esas voces una construcción de la historia de la Esquina Sur del Tolima?
A.A.: Dividí las entrevistas por temas, es decir, si me hablaban de ámbitos de regulación del actor armado, de economías ilegales, de afectación del conflicto armado de las lógicas de violencia y por periodos de tiempo. Entonces, ese tema en particular de acuerdo a una fecha particular y esa fue la manera en que las fui organizando para construir un relato que parece al unísono, pero construido a partir de varias voces.
¿Cuáles fueron los actores que usted priorizó durante la investigación para narrar esa construcción de orden social?
A.A.: Los principales protagonistas son los actores locales, las personas de la zona; no obstante, para tratar de falsearlos, para elevar sus relatos o también para comprenderlos a la luz de las dinámicas regionales y nacionales también indagué con personas vinculadas al Estado regional, es decir, a la gobernación o autoridades locales, miembros de la fuerza pública e incluso a guerrilleros.
¿A lo largo de la investigación como cambian las expectativas de lo que iba a ser el libro?
A.A.: A medida que fui consolidando toda la información, me di cuenta que tenía el material suficiente para hacer el libro. Al inicio parecía un documento corto de avance de investigación o un pequeño artículo, pero dada la magnitud de información que tenía y la calidad en cuanto a la riqueza descriptiva de cómo se daban los procesos y cómo eran percibidos me di cuenta de que tenía el material suficiente para escribir un libro resultado de investigación.
¿Cuál era la visión que tenia de la esquina sur del Tolima antes de la reconstrucción que hace en esta investigación y cuál es la que tiene ahora?
A.A.:Es un lugar del cual estoy profundamente enamorado y vinculado en el sentido que siento profunda admiración por sus pobladores. Me enseñaron y me ayudaron a interpelar la literatura sobre el tema. Creo que los pobladores y los civiles moldean sus preferencias por la violencia, pero también pueden resistirla y van aprendiendo cómo resistirla. La esquina sur del Tolima es el mejor ejemplo de esto porque si bien no tenían las capacidades organizativas de otros lugares, no habían experimentado otros procesos o dificultades, tuvieron la capacidad de mantener a raya el actor armado cuando tenían que hacerlo.
Descarga aquí el libro: Grupos armados y construcción del orden social en la esquina sur del Tolima
María Fernanda Vera
Equipo de Comunicaciones