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Editorial: La minga indígena

En las últimas semanas se ha escuchado frecuentemente la palabra Minga, un término para muchos ajeno, pero para los pueblos campesinos e indígenas de Colombia es común. El origen de la palabra proviene del quechua “minka”, término usado por comunidades andinas para realizar cultivos agrícolas colectivos que brindan beneficios a la comunidad. Pero la Minga tiene también significados más profundos y densos. Es una práctica tradicional que se convierte en un estilo de vida y que genera en las personas un bien físico y espiritual.

Un ejemplo de Minga es el que han venido realizando, durante cerca de tres décadas, las comunidades indígenas organizadas en el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, luego de la masacre del Nilo en el municipio de Caloto, donde fueron asesinados veintiún indígenas el dieciséis de diciembre de mil novecientos noventa y uno, por miembros de la Policía Nacional y civiles armados. Luego de esta masacre el Estado se comprometió reparar a las víctimas, pero lo que sobresale hoy, pasadas tres décadas, es un largo listado de incumplimientos. Esta situación ha significado atraso en la restitución de tierras productivas usurpadas a las comunidades por latifundistas desde la independencia de España. A pesar de tener reconocimiento legal con la ley ciento treinta y cinco de mil novecientos sesenta y uno, en la realidad los poderes locales y regionales no la han dejado cumplir.

El incumplimiento también significa, desprotección, asesinatos y amenazas a los líderes y lideresas sociales, el Cauca tiene el más alto número de asesinatos en el país. Incumplimientos en las políticas para la protección del medio ambiente y para hacer respetar las exigencias a la inversión de capitales en la explotación minero/energética, pasando por encima de la consulta previa e informada con las comunidades. Incumplimientos para posibilitar el derecho a tener gobierno autónomo, e incumplimientos en el fomento de la salud y la educación propias; entre otros. Entendiendo esto, la Minga no es un ataque al Estado ni al gobierno de turno, al contrario, es un llamado de la ciudadanía para que el Estado realice su trabajo de administración pública, protegiendo los derechos de los ciudadanos y estos a su vez comprometiéndose con sus responsabilidades para construir su territorio. Para las comunidades las vías de hecho son el último recurso, igualmente para ellas son costosas económica y socialmente, pero, después de treinta años de incumplimientos del Estado se explica la ocurrencia de los veintisiete días de cierre de una carretera. Esperemos que los acuerdos con el gobierno actual no caigan de nuevo en el incumplimiento.

En un comunicado de los señores obispos de Guapi, Tierradentro y Popayán, sobre la situación del Cauca, nos dicen: “Si en nuestra región todos estamos dispuestos a encontrarnos, a escucharnos y a respetarnos, avanzaremos por caminos de desarrollo humano integral. Como Iglesia Pueblo de Dios, continuaremos ofreciendo nuestro acompañamiento, por medio de los sacerdotes en todo el territorio caucano, para discernir las propuestas de la actual minga indígena, buscando que, con la participación de todas las fuerzas sociales, podamos construir escenarios de conciliación y trabajo, que respondan eficazmente a los desafíos de la realidad del Departamento del Cauca”.

Luis Guillermo Guerrero Guevara
Director General Cinep/Programa por la Paz