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Editorial: La corrupción en el caso Odebrecht

En Colombia la consulta anticorrupción se votó en agosto del año pasado, pero le faltó un poco más de 400.000 votos para llegar al umbral y empezar a generar algunos cambios en las prácticas corruptas de la sociedad y el Estado. A pesar de este desconcertante resultado, la semana pasada, en uno de los más sonados casos de corrupción, como el pago de sobornos de Odebrecht para la adjudicación de la Ruta del Sol Tramo dos, la justicia colombiana ofreció algunos resultados. A once años y nueve meses de cárcel fue condenado el expresidente de Corficolombiana, José Elías Melo Acosta, acusado de cohecho e interés indebido en celebración de contratos. El juez, además, compulsó copias a la Fiscalía en relación con un grupo de personas que fueron mencionadas en el juicio contra Melo Acosta, para que se determine si incurrieron en algún delito que deba ser investigado. Entre ellas: Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente del Grupo Aval y Carlos Gustavo Ramírez, vicepresidente de Corficolombiana. 

El caso Odebrecht en Colombia, además de comprometer las adjudicaciones de grandes obras de infraestructura, en las que se ofrecieron coimas por cerca de 28 millones de dólares, también compromete la financiación de campañas a la presidencia del país desde el año 2010, asunto que va muy lento en su aclaración. Son al menos doce personas capturadas por el caso Odebrecht en Colombia, entre ellas el viceministro de trasporte Gabriel García Morales quien confesó haber recibido 6.5 millones de dólares.

A esto se suman la muerte de dos testigos clave en extrañas circunstancias: Jorge Enrique Pizano, auditor del proyecto Ruta del Sol II, que murió de un paro cardíaco y quien dejó grabaciones que vinculan al Fiscal General Néstor Humberto Martínez en casos de corrupción. Y, a finales de diciembre del año pasado, Jorge Merchán, Secretario de Transparencia del Gobierno Santos, al parecer se suicidó. En otros países latinoamericanos la acción de la justicia ha llegado hasta expresidentes y presidentes que hoy están investigados o tras las rejas, acusados de corrupción. La trágica muerte del expresidente peruano Alan García ha vuelto a centrar el interés en el caso de Odebrecht, calificado como uno de los hechos más nefastos de corrupción en la política y la economía de doce países de América Latina.

El Papa Francisco, en enero del año pasado, durante el vuelo de regreso a Roma, luego de su visita apostólica a Chile y Perú, expreso: “La corrupción es como esos pantanos ‘chupadizos’ que vos pisás y querés salir, y das un paso y te vas más adentro. Es una ciénaga. Es la destrucción de la persona humana. Sí, en Latinoamérica hay muchos focos de corrupción. Ahora está de moda hablar de Odebretch, por ejemplo, pero eso es un botón de muestra, -y afirmó- pecador, sí; corrupto, no. El pecador pide perdón a Dios y busca cambiar, por el contrario, la arrogancia del corrupto le impide ver su pecado y pedir perdón. Yo al pecado no le tengo miedo, le tengo miedo a la corrupción, porque la corrupción te va viciando el alma y el cuerpo, y un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás”.

 

Luis Guillermo Guerrero Guevara

Director Cinep/Programa por la Paz