A los 69 años de edad, y de manera intempestiva, el día 23 de febrero pasado falleció en la ciudad de Medellín, Horacio Arango Arango, S.J. En ese momento se desempeñaba como Director de la Misión Regional de la Compañía de Jesús en Antioquia, Rector del Colegio San Ignacio y Director de la Fundación Centro de Fe y Culturas (que él y Francisco de Roux) idearon para una presencia significativa de la Compañía de Jesús en Medellín. Cargos estos que requerirían más de una persona para desempeñarlos pero, que en caso concreto de Horacio, podía llevarlos adelante idóneamente, junto con muchas otras actividades y misiones.
Conocí a Horacio a principios del mes de febrero de 1967 cuando, en compañía de Javier Giraldo y otros dos compañeros, tuve el honor de recibirlos en el aeropuerto El Dorado y acompañarlos hasta la población de Santa Rosa de Viterbo (Boyacá) en donde continuaríamos el proceso de formación al interior de la Compañía de Jesús.
No es fácil para mí escribir estas líneas, tratando de hacer una semblanza, del compañero jesuita, del colega sacerdote y del amigo sincero y siempre muy cercano.
He leído casi todo de lo que se ha escrito sobre Horacio en estas semanas y, con pleno conocimiento, estoy totalmente de acuerdo y puedo dar crédito de que es verdad: un gran ser humano; siempre dispuesto a escuchar, a comprender y a entusiasmar; un hombre preocupado por los sensibles signos de inequidad de nuestra sociedad; un hombre al lado de los pobres y marginados, desde que era estudiante jesuita; un hombre preocupado por la paz, la reconciliación y el perdón entre los colombianos; un ser humano sensible antes las debilidades y flaquezas de quienes éramos sus amigos; un ser humano con un enorme corazón, enamorado del Señor Jesús y de sus amigos y amigas; siempre solidario y presente en los diversos procesos personales.
Ese gran corazón fue el que le falló esa fatídica mañana del miércoles 23 febrero porque en él albergaba muchas preocupaciones, dificultades y decepciones que sólo unos pocos conocíamos; pero que, en mi caso personal, nunca pensé que fueran a afectarlo tanto.
Horacio estuvo vinculado al CINEP a finales de la década de los años 70, por poco tiempo, cuando estaba terminando su Maestra en Ciencia Política en la Universidad Javeriana y preparaba su trabajo de grado sobre el proceso del MOIR en el panorama político del país. En ese momento no fue fácil que se lo aceptara a formar parte del equipo porque, en un sector del CINEP de esa época, muy polarizado, Horacio era el sobrino de Gerardo Arango S.J., Provincial del momento, y al interior de la institución no se tenía confianza con el Provincial. Horacio, sin embargo, queriendo mucho a su tío, se aguantó esa sospecha y ese escrutinio, y salió adelante. Muchos años después, cuando fue Provincial, siempre estuvo del lado y en la defensa del CINEP.
Paz en tumba de un gran ser humano…. Y de mi mejor amigo.
Bernardo Botero, S.J., Miembro del Equipo CINEP 1974-2005.