Recurso 1

El espíritu de la innovación

Para este mes, el P. Carlos Eduardo Correa Jaramillo, S.J., Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, nos recuerda que la innovación tiene que ver con la búsqueda permanente de aquello que más y mejor aprovecha para el crecimiento humano en todas sus dimensiones y para generar relaciones de armonía con todo lo que nos rodea, en la perspectiva de la búsqueda de la vida plena y abundante propuesta por Jesús.

Vivimos en una sociedad en donde se habla mucho de innovación. Bastantes personas están dedicadas a buscar formas de innovar en las diferentes áreas del conocimiento y en los diversos procesos de desarrollo social, económico, cultural, político y ambiental. Se trata de buscar maneras novedosas de responder a los desafíos que nos plantean la formación de las personas, los modos de producción en el trabajo, las relaciones entre los individuos y los pueblos y en otros campos de la vida humana en general. En el fondo de toda esta dinámica, aparece la pregunta por nuevas propuestas para llevar adelante procesos que nos ayuden a avanzar en el mejoramiento de la vida humana y del medio ambiente.

Pero es necesario que siempre nos preguntemos por el espíritu que mueve el deseo de innovar, ya que en el fondo de muchos de estos procesos de innovación lo que aparece es una mera motivación por el lucro de unos pocos, olvidando criterios éticos que apunten al buen vivir de todas las personas y al cuidado de nuestra casa común.

Desde nuestra experiencia de Dios, en la tradición de la Compañía de Jesús, siempre hemos buscado su “Mayor Gloria” a través de una permanente innovación, que busca el mejor servicio a los demás. El Papa Francisco nos insistió, en la Congregación General 36, en la necesidad de vivir continuamente el “Magis” desde la perspectiva de “lo que más aprovecha”; “de ese plus que nos lleva a iniciar procesos, a acompañarlos y a evaluar su real incidencia en la vida de las personas, ya sea en cuestiones de fe, de justicia o de misericordia y caridad… Porque el “Magis” es el fuego, el fervor en acción que sacude dormideras” (CG 36, p. 152).

Podemos decir que, desde la perspectiva de la tradición jesuita, la innovación tiene que ver con la búsqueda permanente de aquello que más y mejor aprovecha para el crecimiento humano en todas sus dimensiones y para generar relaciones de armonía con todo lo que nos rodea, en la perspectiva de la búsqueda de la vida plena y abundante propuesta por Jesús. Éste es el espíritu que nos moviliza a la innovación hoy y que nos permite ofrecer respuestas pertinentes a las grandes preguntas que surgen en muchos aspectos de la vida.

Para concretar un poco más lo que les he venido planteando, quiero expresarles algo que considero muy importante para uno de los apostolados más significativo que realiza la Compañía de Jesús: el educativo. Desde hace un tiempo hemos venido hablando mucho de la necesidad de innovar en nuestra propuesta educativa; de buscar las mejores maneras de formar integralmente a las personas que participan en estos procesos de crecimiento humano; de potenciar las capacidades de todas ellas en la dimensión espiritual, ética, afectiva, cognitiva, corporal, estética, comunicacional, sociopolítica y de armonía con la naturaleza; de ofrecer pedagogías y didácticas adecuadas a las nuevas generaciones. Todo esto tiene que ser hecho desde el espíritu mismo del Evangelio.

Es fundamental, entonces, que todos los esfuerzos que hagamos por innovar los realicemos desde la lógica misma del amor de Dios, manifestado plenamente en Jesús: un amor que responde a las necesidades del otro, que se hace solidaridad con los que sufren o padecen cualquier clase de exclusión, que se entrega para buscar lo mejor para todos y no sólo para unos pocos, que se hace misericordia, compasión, justicia, equidad, perdón, reconciliación y paz; es decir, desde la lógica del que “sale de su propio querer e interés” (EE. 189). Este es el espíritu de nuestra innovación, ya que desde la mirada y el corazón de Dios todo se va haciendo nuevo hasta alcanzar la plenitud para la que hemos sido hechos por Él.