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Editorial: Desempleo juvenil en Covid-19

Este es nuestro más reciente editorial, compartido en el programa Notas humanas y Divinas que se emite todos los domingos por la Cadena Básica Nacional de RCN.

Desde el año pasado, antes de la pandemia, el aumento del desempleo juvenil en Latinoamérica ya estaba en niveles alarmantes. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, el aumento de desempleo juvenil en el continente se ubicó en el diecinueve punto ocho por ciento. La cifra más alta en los últimos veinte años.

Según el profesor Roberto Sánchez Torres, de la Universidad Nacional de Bogotá, esta situación se debe a tres factores: Primero, la menor experiencia de los jóvenes como barrera para entrar al mercado laboral. Segundo, hay una desconexión entre el aparato productivo y el sector educativo, las personas se capacitan en carreras que no se necesitan y, tercero, los jóvenes pueden durar más tiempo sin empleo a diferencia de las personas jefes de hogar.

Por otra parte, asegura Sánchez, la tasa de desempleo en las mujeres jóvenes es más alta que la de los hombres. La población juvenil con carreras universitarias tiene una tasa mayor de desempleo y quienes tienen pocos recursos económicos terminan aceptando cualquier tipo de trabajo sin importar la precariedad del mismo. Las ciudades más impactadas, antes de la pandemia, por el fenómeno del desempleo juvenil son: Quibdó con el veinte siete punto nueve por ciento, Florencia con el veinticinco punto tres por ciento, Ibagué con el veinticinco punto dos por ciento, entre el veinticuatro y el veinte por ciento están Armenia, Riohacha, Cúcuta, Santa Marta, Tunja, Cali, Manizales, Montería y Pasto y, por debajo del veinte hasta el catorce por ciento se ubican Sincelejo, Neiva, Villavicencio, Medellín, Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Pereira. Ahora con el Covid-19 las tasas se han elevado entre diez y cinco puntos porcentuales, llegando a una situación desafiante e insostenible para la población juvenil y sus familias. El Dane presentó su informe sobre mercado laboral de la juventud durante el trimestre abril a junio de este año, mostrando una tasa de ocupación juvenil de treinta y tres punto siete por ciento, lo que significa una disminución de doce y medio puntos porcentuales, comparado con el trimestre abril-junio del año pasado, que alcanzó un cuarenta y seis punto dos por ciento, impactando por igual a hombres y mujeres.

Frente a este fenómeno el gobierno nacional ha establecido algunas políticas públicas para que la juventud de los contextos urbanos, no así los rurales, tengan el primer empleo y se fomente los emprendimientos autónomos, pero es insuficiente. Las estrategias son débiles y no apuntan a las causas de fondo ya expuestas.

Además de las siniestras masacres que han golpeado a miles de jóvenes en diversas regiones del país, en medio de la violencia que aún persiste, el presente y futuro del empleo y de las actividades económicas de los trece millones de jóvenes en el país, entre los catorce y los veintiocho años está al garete y sin alternativas viables y concretas.

En marzo del año pasado, en la exhortación postsinodal Christus Vivit dirigida a los jóvenes, el Papa Francisco considera la importancia que tiene el trabajo para ellos y ellas, y dice: “No siempre un joven tiene la posibilidad de decidir a qué va a dedicar sus esfuerzos, en qué tareas va a desplegar sus energías y su capacidad de innovar. Porque además de los propios deseos, y aún más allá de las propias capacidades y del discernimiento que uno realice, están los duros límites de la realidad. Es verdad que no puedes vivir sin trabajar y que a veces tienes que aceptar lo que encuentres, pero nunca renuncies a tus sueños, nunca entierres definitivamente una vocación, nunca te des por vencido. Siempre sigue buscando, al menos, modos parciales o imperfectos de vivir lo que en tu discernimiento reconoces como una verdadera vocación”

Luis Guillermo Guerrero Guevara.