La amazonia colombiana no es el hermoso lugar que imaginamos. De acuerdo con datos de la organización Saving the Amazon, entre el dos mil doce y dos mil catorce Colombia ha perdido más de cuatro mil kilómetros cuadrados de bosque natural. Caquetá, Amazonas, Guaviare, Guainía, Vaupés y Putumayo, cuyas extensiones representan el cuarenta por ciento de nuestro suelo, se han situado como los núcleos de este desastre ecológico. En estos territorios las mayores víctimas son cientos de comunidades indígenas que se han visto afectadas por el crecimiento de la tala indiscriminada y otros factores como el de la minería ilegal. Sumado a esto, la fauna y flora de estas regiones se han visto amenazadas, y con ello, los recursos con los que los indígenas subsisten. Ante esta situación, las organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) han presentado el proyecto: “Inclusión de elementos claves de la propuesta indígena sobre REDD+ en la Amazonía” para avanzar en la búsqueda de soluciones que disminuyan el impacto ambiental en el territorio y aporten una visión indígena del fenómeno. Así mismo, el Gobierno, con el Ministerio del Medio Ambiente, el Ministerio de Agricultura y el IDEAM, junto con asociaciones campesinas e indígenas, lanzaron el pasado 3 de junio el Programa de Visión Amazonía; una estrategia que busca reducir a cero las emisiones de gas carbono en el dos mil veinte. Este proyecto, invertirá cien millones de dólares donados por Alemania, Noruega y Reino Unido; y su objetivo será mejorar las condiciones de vida de las poblaciones locales en los territorios amenazados, así como el sostenimiento de la biodiversidad de las regiones. Otros proyectos ejecutados por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI) también están contribuyendo a manejar las consecuencias que ha padecido la amazonia del país por la deforestación, la degradación de los bosques, los cultivos de uso ilícito y la contaminación de las aguas.
El Papa Francisco, en el número treinta y ocho de Laudato si nos dice que “Tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidar la naturaleza, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales. Es loable la tarea de organismos internacionales y de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales”.
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